Los resultados de las investigaciones científicas, como
actividad social, debería regular el comportamiento al interior de las
sociedades. Una parte de la sociedad es efectivamente regulada por este tipo de
conocimiento pero no es un secreto que una buena parte del conocimiento
científico interfiere con la regulación del comportamiento social que proviene
de fuentes diferentes y con intereses diferentes al de la actividad científica.
Esta interacción irregular entre producción de conocimiento
científico y regulación de prácticas sociales ha justificado acciones que son
repudiadas por quienes inicialmente las aceptaron[1].
Para ser más precisos quizás la relación entre el conocimiento científico y la
interpretación del mismo se deba a la asimilación/aceptación parcial de los
hallazgos o intentar aplicar conocimiento que, por su naturaleza, no tiene tal
aplicación. Para ejemplificar la relación suponga la teoría de cuerdas en
física, en donde, la materia no son partículas sino “estados vibracionales” de
una “cuerda” o una “vibración”. Aunque desconozco las evidencias empíricas
sobre las que se sustenta la teoría si puedo entender que no se tienen las
suficientes pruebas para suponer que los individuos tenemos una conexión
invisible entre nosotros en virtud de
las cuerdas subatómicas que nos unen (Park, 2001).
Fuente: John-H-Schwarz-su-verdad-sobre-la-teoria-de-cuerdas.html |
Aunque el ejemplo puede sonar pintoresco representa la forma
de interpretación errónea de los resultados[2]
que sustentan teorías[3].
En el caso del comportamiento y la función cerebral, en los últimos años, ha
generado al interior de las sociedades aplicaciones parciales con base en
conclusiones erróneas. Una muestra de esto lo constituyen los datos sobre el
proceso de maduración sináptica de las áreas prefrontales en función de la edad
que presentan los individuos. Estos resultados muestran que puede existir
cierta funcionalidad que depende de la estructura. Leído por los tribunales de
justicia[4]
esto significa que si una persona “joven” realiza un crimen, no es culpable del
todo o dicho en términos de los abogados defensores no tiene el mismo grado de
culpabilidad de los adultos, debido a que, el acusado, no tiene el proceso de
maduración suficiente para la toma de decisiones, teniendo dificultad además
para mantener el carácter y tener un mayor grado de influencia[5]
(Steinberg & Scott, 2003).
Fuente: Gazzaniga (2011) |
Aunque existen intentos por vincular la investigación
científica en la práctica social, particularmente en el caso de la neurociencia
cognitiva por parte investigadores representativos como por ejemplo Gazzaniga quien
reporta varios casos en los que ha sido consultado por un jurado para sustentar
la culpabilidad o no de un individuo (Gazzaniga, 2011). Existen además, desde ambos puntos de vista, intentos por
reconocer las implicaciones que tendría tener una influencia de la ciencia en
la práctica judicial (Shafi, 2009; Sukel, s.f.). Pero la implicación que
encuentran las diferentes posiciones parten de una premisa errónea y es suponer
que el comportamiento de los individuos es algo diferente a la función cerebral
en los mismos. Es decir, pretender suponer que una imagen cerebral puede determinar
un “estado” que hace que las personas no sean quienes son y que después dicho
estado puede liberarlas de las implicaciones de su comportamiento, es asumir
que, el cerebro de los individuos está “enfermo” y que por estar “enfermo” no
puede ser condenado, pero con una medicina adecuada, en este caso sería el
tiempo y el trascurso normal, este órgano se sanaría para volver a actuar correctamente
(Shacter & Loftus, 2013). Como si el actuar en un momento determinado fuera
incorrecto. Nadie supondría que el corazón deja de latir de manera incorrecta,
pero los médicos pueden, administrando dopamina, corregir ese mal
comportamiento del corazón.
En este mismo sentido, Schacter & Loftus (2013) proponen
como la investigación en memoria desde la neurociencia cognitiva podría
permitir distinguir los recuerdos reales de los no reales (falsa memoria)
permitiendo brindar una herramienta en los juicios en los cuales se solicitan evidencias
de imágenes cerebrales. Desde el estudio básico de los procesos psicológicos se
ha determinado que los procesos perceptuales y de memoria pueden alterarse bajo
diferentes condiciones generando errores en memoria y distorsiones de lo
ocurrido (Schacter & Loftus, 2013). Sin embargo, el aporte más importante
de este tipo de estudios será permitir a los implicados en los juicios (jurados,
abogados, jueces y testigos) entender el proceso de memoria como un fenómeno
que se construye, es dinámico y es altamente vulnerable dando la posibilidad de
generar errores a diferentes niveles (Schacter & Loftus, 2013).
Determinar hasta qué punto los estudios en neurociencia cognitiva
de la memoria pueden identificar hechos reales o no dependerá en gran medida de
la situación y la forma en que es concebido el proceso. En el afán por
encontrar aplicación a los estudios básicos es posible generar falsas
expectativas en investigadores, testigos y demás partícipes de los procesos
judiciales, probablemente distorsionando el concepto del proceso psicológico.
Otro campo altamente sensible a la generación de falsas
expectativas o grandes promesas por parte de quienes consultan o malinterpretan
los estudios científicos es el uso de fármacos en la práctica clínica. Son
varios los estudios que utilizan fármacos, por ejemplo, escopolamina para
alterar procesos el proceso de aprendizaje contextual durante la fase de
extinción de miedo en ratas (Zelikowsky et al., 2013). En este tipo de estudios
la posibilidad de alterar el proceso de memoria por medio de drogas sugiere una
posible aplicación en el caso del tratamiento de desórdenes psiquiátricos.
Pero, hasta qué punto puede la administración de ciertas drogas servir en la
práctica clínica[6],
el contexto, las implicaciones éticas y sociales son lo suficientemente
importantes para aceptar fácilmente la aplicación en humanos. Además, las
condiciones controladas de los ensayos experimentales y los modelos animales
que se utilizan en este tipo de estudios hacen muy poco probable la
extrapolación en humanos de forma inmediata.
Fuente: www.futurity.org |
Finalmente, el campo de la genética molecular ha desafiado
el conocimiento y la aceptación de ciertos hallazgos en la sociedad. Craig
Venter, uno de los científicos más reconocidos y controvertidos por sus
decisiones y proyectos, y su equipo han creado a partir de material genético
sintético el funcionamiento de una célula, sugiriendo la posibilidad de crear
vida a partir de material artificial. Cómo la sociedad puede interpretar y aceptar
un hallazgo de este tipo. Se han imaginado quizás las implicaciones que puede
tener en nuestros sistemas de pensamiento la manipulación en el origen y
generación de vida o pueden los sistemas filosóficos y políticos entender el
proceso con el impacto profundo en nuestras creencias y tradiciones, quizás en
este punto cobre vigencia la distinción que realiza Dawkins de costumbre,
creencia y conocimiento y cómo solo el conocimiento científico aporta
suficiente evidencia para soportar nuestras creencias. Creo que nuestra
sociedad no está preparada para esto.
Fuente: Tomado del artículo de Gibson et al. (2010) |
Volviendo sobre la idea inicial del papel que la sociedad
tiene en torno a la recepción de los resultados de investigaciones científicas
y el sesgo en la aceptación de estos resultados, son los científicos los
culpables de dejar parcialmente sueltos las implicaciones de sus resultados y es
culpable la sociedad que pretende encontrar implicaciones parciales o
convenientes para propósitos diferentes a los científicos. Evidentemente
también existe un grupo de agentes con intereses particulares y quizás sean
estos los más peligrosos de todos, en tanto, no solo pueden distorsionar los
resultados sino engañar deliberadamente con tal de no perder sus beneficios.
[1]
Por mencionar un ejemplo sencillo pero representativo, el uso de las teorías de
la evolución para justificar políticas sociales que llevaron a sugerir una
dominancia por parte de individuos al interior de las especies.
[2]
Léase datos reales, hechos tomados de la naturaleza.
[3]
Léase construcción social con base en evidencias de la realidad.
[4] En
Estados Unidos, donde se legitiman las prácticas y se ganan los premios nobel.
[5]
Nótese la lectura poco precisa en donde para justificar términos o constructos
psicológicos (toma de decisiones, carácter, influencia) se utiliza un resultado
de maduración fisiológica cerebral en función de la edad. Y aun así la
psicología se rehúsa a definir sus términos psicológicos en virtud de los
hallazgos de neurociencia.
[6]
Aunque es cuestionable este tipo de prácticas son varios los ejemplos de administración
de drogas en la práctica clínica sin conocer las implicaciones reales.
--César Andrés Acevedo T.--
Referencias
Gazzaniga, M. (2011). Neuroscience in the Courtroom Scientific American, 304 (4), 54-59 DOI: 10.1038/scientificamerican0411-54
Park, R. (2001). Ciencia o vudú. De la ingenuidad al fraude científico. Barcelona: Grijalbo
Shafi, N. (2009). Neuroscience and Law: The Evidentiary Value of Brain Imaging. Graduate Student Journal of Psychology, 11, 27-39.
Schacter, D., & Loftus, E. (2013). Memory and law: what can cognitive neuroscience contribute? Nature Neuroscience, 16 (2), 119-123 DOI: 10.1038/nn.3294
Steinberg L, & Scott ES (2003). Less guilty by reason of adolescence: developmental immaturity, diminished responsibility, and the juvenile death penalty. The American psychologist, 58 (12), 1009-18 PMID: 14664689
Sukel, K. (s.f.). Will Neuroscience Challenge the Legal Concept of Criminal Responsibility?. The Dana foundation. Tomado de: http://www.dana.org/media/detail.aspx?id=32836
Zelikowsky M, Hast TA, Bennett RZ, Merjanian M, Nocera NA, Ponnusamy R, & Fanselow MS (2013). Cholinergic blockade frees fear extinction from its contextual dependency. Biological psychiatry, 73 (4), 345-52 PMID: 22981655
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